miércoles, 12 de enero de 2011

Cebolla asada

La cebolla asada o al rescoldo es un acompañamiento ideal para cualquier corte de asado, ya sea un vacío, asado de tira, tapa de asado o bife de chorizo, entre otros, y es muy fácil de preparar. La cocción directa a las brasas realza el sabor dulzón de la cebolla, quitándole prácticamente todo el ácido, y las deja muy blanditas y sabrosas.

La preparación de la cebolla asada empieza en la verdulería. La selección de la cebolla es clave; es bueno elegirlas bien firmes, y para aquellos que comiencen a hacerlas por primera vez, es ideal que elijan cebollas pequeñas o medianas, ya que un tamaño reducido facilita su cocción.

Las cebollas se colocan, con su cáscara, directamente sobre las brasas o al costado del fuego, dejando uno de los lados expuesto al calor directo. Por lo general, conviene no colocarlas debajo de la parrilla para no quitar calor a la carne que estemos preparando; es mejor utilizar el calor del fuego auxiliar, es decir, aquél del cual nos aprovisionemos de brasas. Cuand se asa en la tierra, un buen método es correr un poco el fuego para dejar al descubierto una zona de suelo caliente y colocarlas allí, de modo que el calor de la tierra ayude a su cocción.

No se requiere demasiado esfuerzo pero hay que mantenerlas vigiladas para ver en qué momento girarlas para que se cocinen parejo. Contar con una pinza tijera es de gran ayuda para manipularlas.

No hay que asustarse si la cáscara se quema o si las primeras capas se ennegrecen un poco; al retirarlas del fuego quitaremos la cáscara y las primeras capas quemadas. Sí es importante asegurarse de que la cocción llegue hasta el centro. Notaremos que al ir cocinándose, las cebollas comienzan a achicharrarse un poco; esto es por la pérdida de agua debido al calor.

Una vez que están cocidas en toda su superficie, las retiramos del fuego o las brasas y dejamos que se enfríen un poco —sólo como para no quemarnos, no hay que dejar que se entibien demasiado para poder llevarlas algo calentitas a la mesa— y retiramos los restos de cáscara y las capas que se hayan tostado demasiado. Se pueden servir por mitades para acompañar la carne.

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